jueves, 5 de mayo de 2011

De lo sucedido entre Josefa Álvarez Prendis de Royo y el padre Ignacio Hidalgo Munoz

     Este es un singular relato entre lo que sucedió con dos personajes casi olvidados de nuestra historia, por no decir que totalmente. Doña María Álvarez Prendis de Royo, duranguense, afecta a la insurgencia, y el padre Ignacio Hidalgo, sobrino de don Miguel Hidalgo.
     He tomado este fragmento sin permiso de la publicación que hiciera en su excelente blog Cabezas de Águila, Benjamín Arredondo, el cual te recomiendo ampliamente.

Durango, foto tomada de turismoendurango.blogspot.com


"Preso el señor Hidalgo en las Norias de Baján fue conducido a esta ciudad (Durango) en unión de otros prisioneros, y encerrados en la cárcel de la que era Alcaide don Onofre Hernández, excelente patriota y partidario acérrimo de los insurgentes. La señora doña María Álvarez Prendis, esposa del entonces secretario de Gobierno de Durango, don José Ramón Royo de Iberri, tenía grandes simpatías por la causa de la Independencia, a la que había prestado ya algunos servicios, y desde luego consiguió entenderse con el Alcaide Hernández, concertando con él la fuga del señor Hidalgo, que convenientemente preparada se efectuó entre siete y ocho de la noche del 23 de septiembre de 1811.

"A este efecto el señor Hidalgo deshizo el colchón de su cama, se envolvió en la funda de éste, y acompañado del Alcaide haciéndose pasar por uno de los individuos de la guardia salió de la cárcel por una puerta excusada y se unió a un mozo llamado Florencio, de todas las confianzas de la señora Royo, que lo esperaba fuera y lo condujo a la casa de éste, a donde llegaron, a la sazón se encontraba de visita don Ángel de Pinilla Pérez, auditor interino de guerra en la Provincia de Nueva Vizcaya, cuya capital era Durango.

"Al entrar el senior Hidalgo al zaguán de la casa, que es la misma que ahora existe marcada con el número 11 de la segunda Calle Mayor (hoy calle 20 de Noviembre) pasaba por dicho zaguán una hija de la señora de Royo, y al ver al senior Hidalgo envuelto en la funda del colchón, lo tomó por un aparecido, según dijo después, y asustada dio un gran grito y cayó desmayada. Con este motivo se produjo una alarma en la casa sin que bastaran los esfuerzos que hizo la señora de Royo para que pasara inadvertida por el visitante Pinilla Pérez.

"En medio de esta confusión el criado Florencio aconsejó rápidamente al fugitivo que ocultase en la acequia que pasaba y aun pasa por el costado poniente de la casa, lo que hizo luego, permaneciendo allí muy poco tiempo pues en seguida Florencio fue a abrir la puerta del baño que estaba situada en dicho costado y por la que introdujo al senior Hidalgo, conduciéndolo hasta la huerta, donde lo ocultó en un sótano preparado al efecto. En estos momentos Pinilla Pérez, que aun permanecía de visita, recibió la noticia de haberse fugado el señor Hidalgo y como conociese de antemano la adhesión de la señora de Royo a la causa Insurgente y no olvidado el trastorno habido poco antes en aquella casa, tuvo la sospecha de que ahí se encontraba el fugitivo protegido de la señora de Royo; hizo que se pusiese presa e incomunicada en su recámara a dicha señora, y que se practicase un minucioso reconocimiento infructuoso, pues no se encontró al que se buscaba.

"La señora de royo, a causa de su incomunicación quedó imposibilitada de entenderse directamente con el senior Hidalgo; pero como la incomunicación no rezaba con sus pequeños hijos, eligió de entre ellos a una niña, por medio de la cual se comunicó con su protegido. Este inquieto por la alarma que su presencia produjo, no se creyó seguro en su escondite, temeroso de ser descubierto de un momento a otro, y resolvió salir antes de ahí haciendo saber tal resolución a su protectora, quien no sabiendo convencerlo de que ahí estaba más seguro que en cualquier otra parte, le envió trescientos pesos para su viaje y un anillo de brillantes y sus criados Florencio y una anciana de toda su confianza cuyo nombre nos ha sido imposible de averiguar, así como el apellido de Florencio, para que lo condujesen a la Hacienda de Sanmartina, muy próxima a la ciudad, propiedad del senior Royo, a cuyo administrador, que conocía mucho el anillo de brillantes, debía mostrarle este a fin de que pusiese a sus órdenes y le proporcionase cuantos elementos le fuesen necesarios para escapar de sus perseguidores.

"Llegada la noche del 25 de septiembre del citado año de 1811, el senior Hidalgo, acompañado de los dos sirvientes, salió de la casa de su protectora y se dirigió a la Sanmartina; pero a causa de la vigilancia de la guardia española situada en la garita oriente, por la que debían salir para su destino, no pudieron pasar y se dirigieron entonces a la del norte, que pasaron sin contratiempo, hasta llegar al cerro del Mercado, donde pasaron la noche en una cueva con el propósito de continuar al día siguiente su camino.

"El senior Hidalgo quiso continuar su camino al amanecer del día veintiséis: pero los criados le hicieron ver los grandes inconvenientes que traían consigo el caminar de día y el pronto cedió a los sirvientes; pero al mediodía no pudieron ya contener su impaciencia, abandonó a sus criados y se dirigió al rancho de Morga, que es el que existe actualmente con el mismo nombre, a orillas de esta población. Una vez en ese rancho se dirigió a la casa de los peones solicitando le vendiesen un caballo a cualquier precio y alguno de los peones lo condujo ante el dueño del rancho, cuyo nombre no nos ha sido posible averiguar. Este al oír las pretensiones del comprador sospechó tal vez que por su aspecto, por el interés que tenía en adquirir el caballo, o por cualquiera otra circunstancia, que pudiese ser el prisionero Hidalgo, y se ingenió de tal modo, que consiguió al fin que este le confiase quien era. Entonces Morga le habló del riesgo que corría si era conocido y aprehendido, lo hizo subir al piso superior de la casa y lo instaló en un cuarto, diciéndole que podía permanecer ahí mientras iba a llevarle el caballo. Pero lejos de hacer lo que había ofrecido, el traidor Morga vino a esta población y denunció al senior Hidalgo que fue aprehendido en el dicho rancho la tarde de ese mismo día.

"Morga obtuvo en pago de su infamia los trescientos pesos que el senior Hidalgo había recibido de la señora Royo y que le fueron recogidos al reaprehendersele. En cuanto al anillo de brillantes lo ocultó en la boca en los momentos de su reaprehensión, y después en la cárcel lo tuvo también oculto hasta que encontró una persona de confianza para devolverlo a la señora de Royo; esta persona fue un hijo de la misma señora llamado Mariano de Royo.
"Un amigo nuestro (don Justino Herrera) posee este anillo y nos lo ha mostrado ultimamente. Por fin a las nueve de la mañana del diez y siete de junio de mil ochocientos doce, fue fusilado el senior Igancio Hidalgo en unión del presbítero don Mariano Balleza y de los religiosos fray Carlos Medina, fray Bernarddino Conde, fray Ignacio Jiménez y fray Pedro de Bustamante, en el punto conocido actualmente por Cuesta de la Cruz". (1)

1.- Hernández, Carlos. Lic. Mujeres Célebres de México. Casa Editorial Lozano. San Antonio, Texas. 1918.

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